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El olivo feo que quería ser bonsai bonito


Que este pequeño olivo mallorquín llegara a mis manos fue producto de una broma. ¡Sí! Allá por el año 2006 fui a dirigir unos talleres a las Islas Baleares y varios aficionados me invitaron a ver sus ejemplares. Uno de ellos tenía una buena cantidad de olivos muy viejos, con abundante madera muerta y en medio de ellos uno pequeñito que parecía haber sido cortado con una motosierra. No tenía corteza interesante, las ramas crecían rígidas hacia arriba y estaba desprovisto de los conocidos «botones» que hacen de esta variedad algo inconfundible. La verdad, ¡era feo!

El propietario me dijo que no lo había tirado a la pila de leña porque le daba pena, pero que no sabía qué hacer con él.

Mi respuesta fue que siempre se puede hacer «algo» para sacar lo mejor de un árbol y el aficionado, sin dudarlo, me lo regaló con maceta y todo.

Me volví en el avión con el arbolito, maldiciendo el hecho de no haber podido mantener la boca cerrada.


Cuando llegué, lo observé desde todos los ángulos. Si había alguna opción de que se convirtiera algún día en un bonsái aceptable era cambiando el frente, el ángulo de plantado y haciendo un trabajo de madera muerta muy creativo para que se viera natural.

Para quienes no han trabajado este tipo de árbol, debo hacer una observación: Los olivos tienen la madera muy dura, en especial cuando la rama o el tronco está seco. Los olivos de Mallorca parecen hechos de hierro. Las condiciones de Baleares seguramente influyen en ello.


El trabajo de madera fue complicado. El árbol en cuestión resultó ser un esqueje con poco desarrollo radicular. Aun así logré darle un aspecto aceptable amarrándolo a la maceta para que no se moviera durante el esculpido. En 2016, es decir ¡10 años después!, el olivo había desarrollado una buena ramificación y estaba listo para su trasplante a maceta definitiva, pero de pronto comenzó a secar ramas. Todo lo hecho con él a nivel de ramas se evaporó en unos días. Utilicé tratamientos de fungicida por si se trataba de un hongo y lo dejé sin trabajar hasta que comenzó a rebrotar por donde pudo,


En 2019 le realicé una poda drástica, lo trasplanté en la misma maceta y a partir de allí comenzó a funcionar. Se dejó crecer libre y a partir de los nuevos brotes se recreó todo el árbol.


Así quedó tras la poda.


El nuevo crecimiento.


El modelado en 2021 nos permitió crear la estructura básica.


Este era el estado antes.


Así quedó después.



Hoy tiene este aspecto. Ya hemos conseguido una estructura primaria, secundaria y terciaria. A partir de aquí pinzaremos para obtener volumen. Todavía está en la maceta original que, a todas luces no es la adecuada además de ser demasiado grande.

La conclusión después de tanto trabajo es que los árboles, como nosotros, son capaces de resurgir de entre sus cenizas si les damos la oportunidad. Recuerdo dos frases de maestros del bonsái a nivel mundial. El primero creo que fue Kyuzo Murata:

«Así como el hombre actúa sobre el árbol, el árbol actúa sobre el hombre».

El segundo es de manera indudable de Masahiko Kimura:

«De un gran árbol un maestro mediocre puede sacar un gran bonsái. De un árbol mediocre solo un gran maestro puede sacar un gran bonsái»






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